¿Qué fue la estrella de Belén? ¿Hubo algún tipo de evento muy raro en el cielo alrededor de la época del nacimiento de Jesús – sobrenatural o milagroso-, o alguna clase de fenómeno natural que puede ser explicado científicamente?
No tenemos mucho en qué basarnos, apenas 12 versos de la apertura del Evangelio de Mateo, así que nadie sabe a ciencia cierta qué fue. Pero podemos hacer algunas conjeturas fundamentadas.
Si fue un acontecimiento astronómico, debió haber sido algo extraordinario.
¿Pero una estrella? Por lo general, las estrellas son ordenadas y predecibles; después de todo, es por eso que las podemos utilizar para fijar nuestros calendarios y guiar a nuestros barcos.
Pero hay excepciones.
Las supernovas son espectaculares; algunas incluso se puede ver de día.
Pero no aparecen muy a menudo: la última que se observó a simple vista en nuestra galaxia fue en 1604. (Otra se pudo ver en la galaxia vecina más cercana, la Gran Nube de Magallanes, en 1987).
Sin embargo, los astrónomos antiguos como los chinos registraban muy cuidadosamente estos eventos y no tienen ningún registro de una supernova en la época en que nació Jesús.
La colosal explosión estelar que creó una supernova 570.000 millones de veces más brillante que el Sol
Por otra parte, los remanentes de supernova son radiofuentes tan prominentes que nos pueden indicar cuánto tiempo hace desde que el evento tuvo lugar. No hay tales restos visibles de hace 2.000 años.
La astronomía puede prácticamente descartar que la estrella de Belén haya sido una supernova.
Los cometas son espectaculares, y la mayoría vienen en momentos impredecibles. Los cometas previsibles, tales como el cometa Halley son famosos precisamente por ser tan inusuales.
No podemos descartar que haya sido un brillante cometa que llegó en el momento justo, hace 2.000 años.
Pero en los tiempos antiguos los cometas eran universalmente interpretados como signos de la fatalidad, no de un acontecimiento alegre como el nacimiento de un rey o mesías.
Hoy en día la mayoría de las explicaciones científicas buscan acercamientos inusualmente cercanos de planetas brillantes, llamadas «conjunciones».
Por ejemplo, el astrónomo del siglo XVII Johannes Kepler utilizó su nueva teoría de las órbitas planetarias elípticas para calcular que hubo una serie particularmente interesante de conjunciones de Júpiter y Saturno en el año 7 a.C.
Hoy en día, cualquiera puede seleccionar una fecha -por ejemplo, 25 de diciembre de 1 a.C.- y conectarse a una aplicación de software planetario para ver donde estaban en ese momento los planetas.
Por supuesto que en realidad nadie sabe la fecha exacta del nacimiento de Jesús.
Y, en cualquier caso, los historiadores ahora saben que cuando Dionisio el Exiguo comenzó en el año 525 la tradición de contar años desde el nacimiento de Cristo, hizo las cuentas ligeramente mal.
Así que el truco es tratar de encontrar…
algo que sucedió cuando el rey Herodes estaba vivo,
y probablemente en primavera, cuando los pastores tienden a pasar más noches en la intemperie cuidando sus rebaños;
algo que indicaría el nacimiento de un rey;
algo que indica Judea como la ubicación de este nacimiento;
y, por último, algo consistente con el aparente hecho de que sólo los astrólogos sabían de este evento.
Son un montón de restricciones.
FUENTE: BBC