Alemania. Alemania. Alemania, el nombre se repite una y otra vez en las instancias decisivas de los torneos internacionales. El buen juego y un estilo bien marcado lo llevaron a la gloria en 2014, al conseguir el Mundial de Brasil.
Sin embargo, están dejando en evidencia que el ciclo no se terminó y que el poderío teutón está lejos de extinguirse o detenerse. Hoy, Joachim Low se dio el lujo de ganar una final de Copa Confederaciones con un equipo que no superó la media de 24 años de edad. Unas horas atrás, la selección Sub 21 también se quedó con la Eurocopa Sub 21.
Hoy la «Die Mannschaft» tiene hasta cuatro equipos titulares que puede presentar de cara al mundial de Rusia 2018, producto del fracaso que sintió la Federación alemana y los dirigentes de la Bundesliga a fines de 1999 y principios del 2000.
Un plan a mediano/largo plazo, que se pensó que había culminado en el trofeo conseguido en tierras brasileñas hace tres años, recién está mostrando su verdadera cara.
El proyecto fue interesante y la forma en que lo pusieron en práctica aun más. La Eurocopa del 2000, en la que quedaron últimos en la fase de grupo sin ganar ningún partido, fue el punto de quiebre, debían hacer algo para salir de ese ridículo papel.
La cúpula del fútbol alemán comprometió a los 36 equipos de la federación, la primera y segunda división, a crear academias de formación de futbolistas. Potenciar las inferiores a través de una norma inquebrantable: quedaría prohibida la participación en la Bundesliga del club que no invirtiese en las divisiones base.
Mantener un estilo de juego y «entrenar entrenadores» también fue un cambio drástico: «Sin profesores formados resulta imposible conseguir resultados», aseguraba Robin Dutt, director deportivo de la Federación, «Antes, cualquier jugador profesional que triunfaba en un equipo pasaba a entrenar a los sub-17 sin formación ni conocimiento», agregaba.