La explosión de colores que diseñó Okuda San Miguel y que crearon Pepe Latorre y Gabriel Sanz se fundieron en el gris más representativo de la fiesta, el de las cenizas. Precisamente el reto que se había marcado la falla del Ayuntamiento era que fuera lo más duradera posible, fundamentalmente con el uso generalizado de la madera. Así, como en los viejos tiempos, pero la tozuda realidad dejó una cremà más o menos convencional. Eso sí, perfectamente ejecutada y con un cuerpo central que se mantuvo erguido hasta que las llamas lo consumieron.