Hace 20 años, la Selección de Francia se consagró campeona del Mundo y logró unir a un país que se debatía entre la extrema derecha y unas ideas menos radicales con las que se promovía un modelo de integración basado en la ciudadanía y no la raza.
Este domingo el equipo galo venció a Croacia 4-2 y logró el segundo título de su historia. 16 de los 23 jugadores tienen origen extranjero, especialmente africano, por lo que esta estrella no solo representa un título de fútbol, sino la multiculturalidad de un país.
El conjunto era conocido como el ‘black-blanc-beur’ (negro-blanco-árabe). Las grandes estrellas eran jugadores provenientes de las antiguas colonias francesas como Zinedine Zidane, Thierry Henry, Lilian Thuram, Marcel Desailly, entre otros.
Este combinado consiguió que blancos, árabes y negros se juntaran en una misma celebración en la que no importaba el color de piel sino de la camiseta azul de la Selección.
Esta gesta la ha repetido una nueva generación que ni siquiera tenía la edad para recordar los apoteósicos festejos en las calles de París, hace dos décadas, pero que entendió que en el Mundial de Rusia no solo se estaban jugando partidos de fútbol sino la posibilidad de recordar que Francia es un país multicultural en el que los inmigrantes son tan franceses como cualquiera.