El viaje empezó en Santiago de Chile. El último concierto de Blanco y Negro era el número 159; la despedida se había cancelado dos meses atrás por una crisis que explotó después de más de 20 años de tratarla con ejercicios que fortalecían la columna vertebral. Al llegar al hotel en Santiago, justo después del concierto, con seis infiltraciones en la espalda que poco o nada habían aliviado un dolor que prácticamente no le permitía caminar, y un diagnóstico que indicaba que incluso una operación podría empeorar la situación. Con medicinas, logró ponerse de pie; con una faja que lo mantenía erguido, logró hacer los últimos conciertos de una de las giras que había vendido más de 2 millones de boletos y que se había convertido en quizás la más importante de su carrera. Escribió una carta de despedida que muchos tomaron como la despedida definitiva.
Lo que vino después fueron meses postrado en una silla de ruedas; lo único que podía hacer era volver a la guitarra y ponerse a escribir mientras buscaba una respuesta para su futuro. La primera canción que escribió envuelve todo el vía crucis que padecía: TODO TERMINA, quizás, según sus propias palabras, una de las mejores canciones que escribió, donde señala muchos de los pasajes que vivió en su propia piel, trasladada a la vida de sus hijos. Recibe noticias de una clínica en Barcelona, donde le dan esperanzas, y no duda en someterse a dos operaciones de la columna vertebral con la colocación de placas y tornillos que le permitirían volver a tener una vida normal. Tres días después de la operación, padece problemas respiratorios graves y le encuentran un coágulo en un pulmón, producto de la operación, que bien pudo costarle la vida. Se somete entonces a un tratamiento atendiendo sus dos problemas: la rehabilitación de su columna y su problema pulmonar.
Vive por varias semanas en esa ciudad y escribe la canción con la que abre este disco: BARCELONA, haciendo un ejercicio de memoria de una historia que vivió hace muchos años, cuando se instaló por un tiempo en Cadaqués. Una historia llena de melancolía, reflejo de la incertidumbre postoperatoria que estaba viviendo. Empieza a caminar con dificultad una semana después; escribe más de 30 canciones en una catarsis que nadie detenía. Produce remotamente más de 19 canciones en ciudades como Estocolmo, Londres, Los Ángeles y, cuando ya tenía más de dos discos realizados, decide viajar a Nashville y producir 5 canciones más en un ejercicio de una toma por canción.
Decide iniciar el proceso de lanzamiento del disco SECO, que bien podría ser el mejor disco de su carrera. Empieza a dar síntomas esperanzadores de mejoría, camina por sí solo y las sesiones interminables de fisioterapia lo devuelven a una vida más o menos normal. Su proceso de rehabilitación durará prácticamente un año. De las 24 canciones, escoge 12.
- Barcelona
- Despacio que hay prisa
- 70%
- Luna
- Poquita fe
- Motel revolución
- Nirvana
- Gritas
- Mentira
- Mujer
- Un gran gusto conocerte
- Todo termina
Se reúne con sus amigos para dibujar los primeros bocetos de los contenidos visuales que acompañarán su trabajo. SECO es el regreso de Ricardo Arjona a los escenarios y al plano musical. En una época en la que los géneros musicales apuntan a uno solo, decide seguir fiel a su trabajo de siempre, aunque esta vez con colores que sorprenderán a sus seguidores, un sonido actual pero fiel a la vieja escuela de grabar las canciones en vivo, como se hacía en el pasado. Nadie sabe qué pasa con las canciones, pero nadie de su equipo de trabajo piensa en los algoritmos y todos apuntan a compartir de la mejor manera un trabajo digno después de una etapa de crisis que, quién sabe, si no fue el empujón que lo hizo realizar este proyecto que, sin duda, una vez más, dará mucho de qué hablar.